En 1912 el mundillo de la arqueología se
conmovió por el hallazgo de los restos fósiles de un ancestro de la humanidad.
El espécimen, encontrado en la localidad de Piltdown, Inglaterra, consistía en
un fragmento de cráneo similar al de un hombre moderno y una mandíbula
simiesca. Este fósil, claramente un «eslabón
perdido», parecía confirmar la hipótesis de que el aumento de tamaño del
cerebro era anterior al de otros atributos que distinguen a los humanos
modernos.
Además de apuntalar una hipótesis extendida
entre los especialistas, el «hombre de Piltdown» era el primer hallazgo de
fósiles humanos de importancia hecho en Inglaterra, y por si fuera poco,
indicaba que la estirpe humana, de la que estábamos tan orgullosos, se había
originado en Europa y no en Asia, no faltaría más (hoy sabemos que los primeros
ancestros de la humanidad provienen de África). Así las cosas, los arqueólogos
europeos se precipitaron a incluir el nuevo hallazgo en su reconstrucción de la
evolución humana. No faltó quien disintiera y dijera que el cráneo y la
mandíbula de Piltdown no sólo eran de individuos distintos, sino de especies
distintas. Pero tan bien embonaba el hombre de Piltdown con los prejuicios
teóricos y culturales de sus partidarios, que casi nadie les hizo caso a los disidentes.
En 1949, Kenneth P. Oakley aplicó a los
restos del hombre de Piltdown una prueba química para determinar cuánto tiempo
llevaban enterrados en el lecho donde se les encontró. Unos estudios realizados
más tarde por Oakley y otros en el Departamento de Geología del Museo Británico
y el Departamento de Anatomía de la Universidad de Oxford permitieron concluir
que el fragmento de cráneo era humano y de unos 50 mil años de antigüedad,
mientras que la mandíbula era de un orangután moderno. La mandíbula había sido
teñida para que pareciera más antigua. El hombre de Piltdown era un fraude. Los
arqueólogos europeos se habían dejado engañar por un timador (muy fino, eso sí)
que abusó de la candidez profesional natural en los científicos… y de sus
prejuicios nacionalistas. Hasta la fecha no se sabe quién perpetró el fraude de
Piltdown, aunque no faltan sospechosos, incluyendo a Charles Dawson,
descubridor de los huesos, y al paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de
Chardin, quien colaboró con Dawson en algunas excavaciones.
Fuente: Gerardo Gálvez y Sergio Régules, ¿Cómo
ves?
Elige la respuesta correcta de las
siguientes preguntas:
7. De haber sido real el hombre de Piltdown
habría demostrado que…
a) los arqueólogos
ingleses habían descubierto el eslabón perdido
b) los humanos
habían tenido su origen en Europa
c) habría
confirmado la hipótesis de que el cerebro era posterior al de otros atributos
que posee el hombre
d) los fósiles
humanos asiáticos eran falsos
8. ¿Quién descubrió al hombre de Piltdown?
a) Pierre Teilhard
de Chardin Paul
b) El Departamento
de Geología del Museo Británico
c) Charles Dawson
d) Kenneth P.
Oakley
9. ¿Qué podemos concluir del texto
anterior?
a) es imposible
que a estas alturas se descubran nuevos fósiles humanos
b) el mundillo de
la arqueología se conmueve fácilmente
c) El hombre de
Piltdown era una mezcla de hombre y orangután
d) La cultura no
impide que podamos caer en timos
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