miércoles, 26 de octubre de 2022

Ejemplo de diálogo

 Entonces apareció el zorro:

—¡Buenos días! —dijo el zorro.

—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.

—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.

—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!

—Soy un zorro —dijo el zorro.

—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!

—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.

—¡Ah, perdón! —dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:

—¿Qué significa "domesticar"?

—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?

—Busco a los humanos —le respondió el principito—. ¿Qué significa "domesticar"?

—Los humanos —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

—No —dijo el principito—. Busco amigos.


Antoine de Saint Exupéry en El principito

(fragmento)

Ejemplo de texto expositivo (exposición)

Producción literaria egipcia

Casi toda la producción literaria del Egipto clásico se ha conocido gracias a las inscripciones de los monumentos que han sido descifrados por lo arqueólogos y lingüistas. Otra parte de dicha producción ha llegado hasta nosotros porque los autores griegos preservaron en sus historias importantes aportaciones. Finalmente, una pequeña porción se conservó en rollos de papiro y en vendas.

lunes, 24 de octubre de 2022

Leyenda fundacional de Tlacotepec



Cuenta la leyenda que la tribu «tepehua» vino del sur, peregrinando desde remotos lugares de Centroamérica, llegando primero a Tixtlancingo, en la costa de lo que hoy es el Estado de Guerrero, desde donde se dirigió a la región montañosa que actualmente forma el Municipio de General Heliodoro Castillo, haciendo escalas en las inmediaciones de Jaleaca y Tlacotepec el Viejo (actualmente El Naranjo).

Como en el lugar del que provenían escaseaba el agua, los miembros de la tribu decidieron explorar hacia el norte, comisionando a dos de sus mejores hombres para la expedición, los cuales salieron y encontraron un pequeño valle rodeado de verdes encinales, que designaron con el nombre de «Ixtlahuaca» y descendiendo por un arroyuelo que serpentea hacia el oriente, llegaron a un lugar más espacioso circundado de rocas y montañas; el agua que tan escasa era en el lugar de donde provenía la tribu, brotaba allí abundante y cristalina de más de media docena de manantiales, que los tepehuas descubrieron maravillados, designándolos a medida que los iban encontrando, con los nombres de «Cupengo», «Popotzonitziatl», «Xocutla», «Tlanípatl», «Atmolonga», «Lleyiatl», etc.

No quisieron regresar a dar la buena nueva a la gente de su tribu sin antes explorar el cerro que se encuentra al norte del lugar mencionado, al cual ascendieron trabajosamente; desde su cumbre se extasiaron con el espléndido panorama que se ofreció ante su vista, en el horizonte destacaban a enorme distancia montañas cubiertas de nieve, era el «Trinantécatl» (Nevado de Toluca) al norte, así como el «Ixtaccináhuatl» y el «Popocatépetl» al noreste, y volviendo la vista hacia el sur sobresalía de la cordillera del «Teotepec» (Cerro de Dios), montaña más alta de la región, desde cuya cima se contempla la majestad del Océano Pacifico.

Absortos como estaban, los exploradores no se dieron cuenta de que el día había terminado y las sombras de la noche no tardaron en envolverlo todo. En la misma cumbre de la montaña y en una pequeña planicie (que la tradición oral se ha encargado de llenar de embrujo y misterio), junto a un verde, tupido y verde ocotal, se dispusieron hacer fuego y a calmar el hambre con el poco «itacate» que aún les quedaba. En su recorrido por la montaña, uno de los indios llamado Huellitlácatl encontró en una roca un huevo, y como lo que acababa de comer fuera insuficiente para calmar su hambre, se acordó de su hallazgo, y sacándolo de su tanate, devoró más que comió aquel huevo fatal que, dicho sea de paso, les había servido para designar la montaña en que se encontraban con el nombre de «Totoltepec» (Cerro del guajolote), en alusión al tipo de huevo que habían encontrado, no valiendo las reconvenciones de su compañero de viaje para que desistiera de la intención de comerse el huevo mencionado.

Llenos de optimismo, se echaron sobre el suelo esperando separar por medio del sueño el cansancio físico y pensando con alegría que la peregrinación de su tribu había terminado, ya que habían encontrado el lugar ideal para establecerse y echar los cimientos de su futura propiedad. Con estos hermosos pensamientos se durmió el acompañante de Huellitlácatl, mientras que este, sin poder conciliar el sueño, sintió su cuerpo preso de un terrible escozor y ya al amanecer despertó a su compañero, comunicándole el malestar que le aquejaba, notando ambos con espanto que el cuerpo de Huellitlácatl estaba lleno de ronchas y que la irritación era tal que provocaba en el enfermo una especie de fiebre. Ante síntomas tan alarmantes, determinaron que Ixquitotzin (tal era el nombre del acompañante de Huellitlácatl) fuera a dar parte a los hombres de la tribu, tanto de lo que a sucedía a su compañero como del resultado de la comisión que se les había conferido, pues el enfermo manifestó a de que le sería imposible regresar por sí solo.

A los dos días regresó Ixquitotzin, acompañado de una gran cantidad de indios de ambos sexos, atraídos por la descripción que este les hizo del lugar descubierto, como de lo que sucedía a su compañero. De esta forma, acudieron al lugar indicado, encontrando horrorizados a Huellitlácatl convertido en un monstruo, pues lo que en un principio habían sido ronchas, tenían ya la forma de pequeña escamas; la cara se había deformado a tal grado que difícilmente se podía identificar al apuesto y pujante Huellitlácatl, ejemplo y orgullo de los guerreros de la tribu; las extremidades inferiores paralizadas y tensas parecían estar a punto de unirse y los brazos ligeramente flexionados tomando ya la forma de aleta.

Empezó el hombre monstruo, pero no había perdido la facultad de hablar, por lo que los circundantes, con el terror pintado en sus caras de bronce, pudieron escuchar atónitos y consternados la voz ronca, fatigada y espantosa de Huellitlácatl que decía: «Hermanos míos muy queridos, si hubiera escuchando las prudentes palabras de Ixquitotzin no me encontraría en estas condiciones, pero ya no hay remedio. Que sea el hermoso lugar que hemos descubierto el asiento definitivo de nuestra tribu y yo les aseguro que en él encontrarán nuestros hijos la prosperidad que en vano hemos buscado por doquiera».

Y cuenta la leyenda que los familiares de Huellitlácatl, dominados por el terror, permanecieron por algunos días cerca del monstruo, que convertido en serpiente alada les indicaba que se retiraran, pues sentía incontenibles deseos de devorarlos; y ante la negativa de la tribu de que se le permitiera establecerse en el vecino punto de Ixtlahuaca, como eran sus deseos, alzó el vuelo en dirección al punto de «Yoguala» (hoy Iguala) donde fue a habitar en una laguna inmediata llamada «Tuxpan», no sin antes sentenciar que hacia el final de los tiempos habría de regresar a Tlacotepec para hacer que este lugar perezca bajo la tempestad del agua.

CRÉDITOS: Versión tomada del periódico «La voz de la montaña». Estudio presentado por el Prof. Tomás Arcos Carrera.
Mecanografista: Ma. de los Ángeles Melchor Dávalos.


De forma individual responde en tu cuaderno las siguientes preguntas (puedes consultar en internet el significado de las palabras que no conozcas):

 

1. ¿En qué consistía la buena nueva que los expedicionarios tenían que dar a los integrantes de su tribu? (la expresión buena nueva aparece en negritas en el tercer párrafo).

2. ¿Qué debemos entender por la expresión que aparece en negritas y entre paréntesis en el cuarto párrafo?

3. ¿Quién fue el encargado de hacer las reconvenciones a que se refiere la palabra que aparece en negritas en el cuarto párrafo? ¿En qué consistieron esas reconvenciones?

4. ¿Qué es lo que provocó que Huellitlácatl enfermara?

5. ¿Qué es lo que motivó a los miembros de la tribu para acudir al lugar recién descubierto?

6. ¿Qué debemos entender por las palabras que aparecen en negritas en el penúltimo párrafo?

7. De acuerdo al último párrafo, ¿cuáles son las dos peticiones que Huellitlácatl hizo a los integrantes de su tribu?

8. ¿Cuál fue la forma fisiológica final de Huellitlácatl?

9. La leyenda concluye con un vaticinio sobre el final de los tiempos para Tlacotepec, ¿cuál es?

10. Los nombres propios de los dos protagonistas de la leyenda tienen significado etimológico, uno es «gran señor» y el otro «mensajero», ¿a qué personaje corresponde cada nombre? Explica por qué.

11. El objetivo general de esta leyenda es el siguiente:

a)        Explicar por qué no debemos comer alimentos de origen desconocido

b)        Explicar por qué Tlacotepec es nuestro lugar para vivir

c)        Explicar cuál es el origen del hombre culebra

d)        Explicar el origen de los sitios y manantiales que hay en este lugar

12. Explica de forma específica en qué crees que consistió la función de Ma. de los Ángeles Melchor Dávalos (ver la sección créditos, abajo de la segunda imagen).

miércoles, 19 de octubre de 2022

Función apelativa

 Los estudios, estudios son. Los datos, datos son. Pero creo que pueden servirnos para reflexionar sobre lo que ocurre, sobre lo que nos pasa y nos habita, sobre lo que nos sobrepasa y, quizá, sobre lo que vivimos y hacemos vivir a los demás apenas sin darnos cuenta, como sumergidos en una dinámica en espiral en la que unas cosas llevan a otras y ¡quién se atreve a salirse lo marcado, de lo que se lleva, de lo último!

Este estudio internacional revela muchas cosas, quizá todas ya conocidas; sin embargo, la primera de ellas es preocupante: los niños y niñas actuales, la sociedad del mañana, son superconsumidores. Puestos a buscar una causa o un culpable a esta situación, los mismos expertos que han realizado el estudio afirman que «la culpa no es solo de los padres ni tampoco de los niños. Es la sociedad la que crea los estereotipos del consumo».

Sin querer meterme yo a adivino ni a profeta, lo que está claro es que hay situaciones que han pasado a ser normales, como por ejemplo que los niños tengan de todo (la mayoría de las veces sin merecerlo), que sean los que gobiernan en las casas (pequeños dictadores que imponen sus «órdenes»), que no tengan referentes y patrones de conducta claros y válidos para responsabilizarse de lo que tienen, que no acepten un no por  respuesta, que los adultos que le rodeamos seamos los Reyes Magos todo el año, que estén habituados al «quiero eso… ahora te lo compro», que no valoren nada de lo que tienen y, sobre todo, que no disfruten con casi nada de lo mucho que poseen. Eso es lo preocupante.

Los niños son un reflejo, más o menos cercano, de los adultos con lo que viven y a los que ven. Consumir es una actividad más, una actividad importante, casi un modo de ser y estar en nuestra sociedad. Los que han realizado el estudio concluyen que deben fabricar juguetes «que ayuden a los niños a mejorar su calidad de vida, a estar más activos, más saludables y relajados… juguetes que les diviertan, pero, a la vez, que le permitan mejorar su autoestima y concienciarse con el entorno». ¡Ojalá!

Fuente: Alonso, Óscar. Niños superconsumidores: el consumo que consume. Aprender a pensar, Ceide, 2010.

martes, 11 de octubre de 2022

Ejercicio

Del la novela Cien años de soledad

Autor: Gabriel García Márquez


Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades.